¿Por que los ojos son mios? Quiza, pues, porque mis sentidos se han corrompido por lo inteligible, por el intelecto; inyectando mis elucubraciones en el analisis constante, que llevan mis manos a palpar con desconfianza, a degustar inseguro, a influir el aroma en el asco, mientras mi oido vuelve a todo predecible. Ante la desolacion vuelvo al prejuicio como metodo, a mis ojos que inician el contacto y construyen un antecedente"
Los ojos ganaron terreno en cuanto soporte del conocimiento, como un canal por el cual se decodifica una realidad y se la interioriza, ordenando. Los ojos ordenan la interaccion entre actores. Los ojos ordenan el acceso al conocimiento. Los ojos ordenan la realidad.
Globo ocular.
Estaria evadiendo gran parte de material intelectual si realmente creeria que Los Ojos ordenan la realidad por si mismos. Varios factores atraviesan cada una de nuestras esferas de vida, expandiendo conocimiento mediante otros sentidos en diferentes grados de enfasis. Pero Los Ojos y con ellos lo visual es un importante medio por el cual se conoce la realidad.
Los Ojos Son Mios, es quiza una declaracion Punk, suponte, "estas son mis cosas y con ellas hago lo que se me antoja".
Los Ojos Son Mios es tambien una anecdota constante en los individuos que abren sus ojos a una realidad intempestuosa que se materializa en cada espacio.
Es Domingo. Estos dias cargan son su propio significado. Estigmatizados por un alto porcentaje de eventos desafortunados -suicidios- y por el inminente trasvestismo a Lunes. El domingo es un disfraz. Un dia que oculta otro. El miedo emerge cuando se añoran los dias precedentes, Viernes y Sabados; claro, pues estos llevan inscriptos el sello de la libertad, las antipodas a la represion al espiritu que para muchos crea el empleo, el trabajo. Cruel paradoja, los desempleados tambien nos sentimos reprimidos sin empleo, sin trabajo...
Es Domingo. El transporte subterraneo esta vacio. Apenas advierto unas diez personas viajando en este vagon -a pesar de haber recorrido varias estaciones centrales de la aglomeracion barrial. Somos pocos y por tanto faciles de identificar. Aprovecho el trip y leo un libro -Bolaño-, acotando las posibilidades de contacto visual, restringiendo mis ojos a letras, paginas, y sobre todo, manteniendo la incognita de mi personaje pasajero. El viaje continua, sin dilaciones.
Entre las paginas 150 y 151 percibo que mi recorrido podria culminar pronto. Dejo la lectura y busco automata un cartel luminoso que me ubique con certeza, sin embargo no hay tal artefacto en el interior de este vagon. La siguiente estacion otorga respuestas: "Estacion Bulnes", llegare a tiempo.
Del paisaje palermitano se introducen dos nuevos pasajeros. Un flaco en ropas de street-skater-elegante, sentado despatarrado frente a mi; y una chica.
Ella, de 22 a 25 años quiza, semidiosa, autoritaria, emperatriz, ordenaba un ejercicio de apreciacion a la magnificencia de su belleza: de abajo hacia arriba. Gruesas y largas botas de cuerina cafe con leche enfundaban sus diminutos pies, sus pantorrillas, sus piernas, hasta sus rodillas victimas del frio invernal de agosto. Un tramo de piel desnuda que dejaba entrever el espacio humano entre las botas y la minifalda negra, ese espacio de piel dorada que ningun pasajero tardo en observar. Habia minifaldas y botas, imaginarios sexuales en plenitud, vibrantes rugidos de bestias alentando a la femina deidad, rogaban seguir subiendo -rogaba seguir subiendo.
Una campera-corderoy-marron oscuro abrigaba su cuerpo, un bolso-bordo entre sus piernas-pubis-ombligo, el cual ella sostenia con firmeza. Observe el bordo de su cartera a sus uñas rojas-dedos-manos, ¿tensas? temblaban, el influjo divino termino.
La necesidad de una respuesta transporto mis ojos a su rostro. Mujer de cabellos dorados, disimiles a la coloracion de sus piernas, ya que sus rizos eran de oro luminoso. Anteojos de sol negro, profundos en su oscuridad y vacio, pendian de su fina nariz. Herramienta de los que ocultan una historia de tristezas, artefacto de los que trasvisten su identidad por un N.N.. Su rostro arrastraba las huellas de la noche anterior. Un Sabado de libertades, pense con innecesario cinismo.
Mordia su labio inferior compulsivamente. Su cabellera brillaba, en grasitud trasnochada, multiplicando los reflejos dorados y las luces artificiales del vagon. Los anteojos se deslizaron por su nariz, sus ojos se desnudaron ante mi, exhibiendo el unico factor trascendente de la existencia inevitable, la sensibilidad mas conclusa y latente, ojos de pupilas celestes en fondo rojo, pequeñas gotas deslizandose por su rostro, lloraba, la joven deidad lloraba.